El anhelado sueño de Tim y Tom Coronel se hizo realidad
Los organizadores del Rally Dakar 2017 habían anticipado que esta edición sería tal vez la más dura de las efectuadas en suelo sudamericano. La advertencia estaba más que justificada, especialmente cuando el desafío se encara solo al volante de un buggy, como lo hicieron Tim y Tom Coronel.
Los participantes de la carrera de resistencia más larga del mundo se enfrentaron a condiciones difíciles incluso de imaginar: desde temperaturas muy por encima de los 40 grados en el sol ardiente a nivel del mar a fuertes tormentas y lluvia fría a una altitud de 5.000 metros en las montañas, de desiertos secos como nunca a tramos que debieron ser cancelados por aludes de barro. Bajo cualquier punto de vista, este fue un Dakar con muchas incidencias.
Durante la competencia, los hermanos holandeses pasaron por un sinfín de situaciones. Algunas veces, su coche funcionaba perfectamente; otras, Tom se quedaría varado en el medio de la nada sin saber qué hacer. Tuvo una cuota sustancial de mala suerte y pasó varias noches en el tramo, en noches casi gélidas y con llovizna. Un mecánico hábil como lo es Tim normalmente le dio una mano, del mismo modo que el camión del servicio de asistencia rápida Boucou, que más de una vez remolcó su máquina por varios kilómetros.
Sin embargo, hubo una noche que mereció la pena: la que precedió al día en que el antiguo deseo de ambos por llegar juntos a la meta del Dakar se cumplió. En 2015, los Coronel Largaron como equipo por primera vez, a los mandos de un buggy cada uno. Ese año, Tim abandonó. Lo intentaron de nuevo a los doce meses, pero entonces fue Tom quien se retiró tempranamente. ¡Hasta que en 2017 finalmente se dio!
El último especial, de poco más de 60 kilómetros, fue un trámite exitoso para los integrantes del Coronel Dakar Team ayer (sábado). Desde allí, lo que seguía era un enlace de 700 kilómetros más hasta el centro de Buenos Aires, donde fueron recibidos en el podio con el cálido saludo del apasionado público local. No obstante, las cosas se habían complicado un rato antes. Tim explicó: “Apareció otra vez un problema en el embrague del auto de Tom a poco de largar ese tramo. Como consecuencia de ello, partimos con una demora de entre 30 y 45 minutos, así que debimos recuperar terreno luego. Eso fue algo más riesgoso de la cuenta a esta altura, pero lo logramos. Cruzamos la meta. ¡Es estupendo compartir el podio con mi hermano!”.
Tom tenía un nudo en la garganta al trepar la rampa y ser recibido con alegría por una multitud. Fue solo allí que se percató de lo que había vivido en las semanas previas. Exhausto, el volante del vehículo N°354 dijo: “Misión cumplida. Vinimos y obtuvimos lo que queríamos, arribar a esta ciudad con ambos buggies. Eso fue posible gracias a la excelente preparación de Tim. Él fue mi principal asistencia y yo siempre conduje detrás de él. Tuve varios inconvenientes que estoy seguro no podría haber resuelto solo, o al menos no tan pronto”.
“En general, fue un rally duro para mí, más que hace dos años cuando hicimos el documental televisivo. En dos oportunidades, estuve muy cerca de desertar. Fue Tim quien me motivó a no bajar los brazos. Me decía que no fuera negativo y que siga adelante. Llega un punto en que uno se siente muy cansado. Durmiendo quizás apenas una hora por unos cuantos días, es imposible no quedarse dormido mientras se maneja. Las condiciones de la prueba estuvieron lejos de las ideales, pero nos dejaron muchas historias para contar en el futuro, relacionadas a vivencias mediante las cuales otros hubieran abandonado el Dakar con menos razones. Disfruto de haber llegado así de lejos. A mitad de la semana ni siquiera hubiera soñado con esto. Gracias Tim, gracias al equipo, gracias a nuestros patrocinadores. Si no fuera por ustedes, no lo hubiéramos conseguido”.